Sustancias alucinógenas

Como dije en un anterior post tenía que hablar de la experiencia con las setas alucinógenas que tuvimos en Holanda. Toda una experiencia que yo prefiero no recomendar a nadie sino es bajo unas condiciones muy especiales.
Antes quiero poner aquí la visión que Alejandro Jodorowsky tiene de las drogas:

La experiencia que produce te acerca a la metafísica y a la mística. Cuando se fuma marihuana por primera vez, también se abren los sentidos: enseña a comer bien, a oler bien, a sentir bien la música. Pero basta una o dos veces para aprender. Si no, acaba creando un ejército de necios sensuales y perezosos que se sienten genios, así como el alcoholismo acaba volviendo a la gente violenta, y en esto de poco sirve.
No recomiendo a nadie que se evada, no hago apología de esa ebriedad escapista. Ni siquiera recomiendo la marihuana, porque es un prozac generoso, un calmante, pero no es bueno estar sedado todo el día.
Gurdjieff decía que las drogas son para eso: tú estás en el sótano de un edificio y la droga te hace subir a la terraza de golpe. Estás en el garage y te hace saltar cincuenta pisos. Ves todo el horizonte, toda la ciudad, y cuando vuelves, te das cuenta de que para llegar de nuevo arriba tienes que trepar todos los pisos tú solo, sin drogas.

Aparte de esto también dice que este tipo drogas hay que consumirlas bajo la supervisión de un experto, nunca solo y (añadiría yo)en una habitación con las puertas y ventanas cerradas.

Para no joder mucho llamaré a los protagonistas por pseudónimos, menos a mí, que me reconoceréis porque me llamaré Yo.
Era una fría tarde de sábado en Holanda cuando agarramos las bicis para comprar las setas en una tienda especializada del centro de la ciudad, donde compramos una cantidad suficiente (para nuestros entonces delgados cuerpos) de setas mexicanas que no recuerdo que cualidad especial tenían sobre las demás. Después de pagar y de que nos ofrecieran llevarnos un camión cargado de setas a España nos dispusimos Yo y todas las niñas (porque todas eran niñas) a la residencia de Sofia, porque en su habitación era donde debíamos intoxicarnos. Allí nos esperaban Blossom y Katty, que no iban a tomar nada y que ya lo había probado, para cuidarnos.
He de decir que las setas están asquerosas y nosotros tomamos la decisión de comérnoslas con patatas fritas. Todavía se me levanta el estómago.
En la primera media hora no notas nada pero mientras nos estabamos quejando de que había sido una estafa las letras de un cartel empezaron a salirse de su recuadro para casi tocar nuestras caras y el suelo empezó a moverse en ondas como si fuera mermelada.
Ahí empezó la odisea y las niñas empezaron a recorrer las líneas y los colores de toda la habitación. Yo observaba estupefacto. Mientras, en el cuarto de baño las ya sacerdotisas Katty y Blossom untaban espuma en el espejo para que las niñas tocaran con la llema de los dedos lo que para ellas debía ser el culito de un ángel. La sensibilidad se multiplicaba por 10000 y tu percepción de los demás no era más que el color chillón de su camiseta. El concepto del tiempo desapareció y la habitación de apenas 4 metros cuadrados se convirtió en un inmenso mundo con millones de cuevas, túneles y puertas dentro.
Al rato yo, que a veces era consciente de lo que pasaba (no me hizo tanto efecto como a las niñas), encontré mi sitio en la cama que en ese momento era lo más alto que podía estar porque todas estaban en el suelo y lo percibía todo como un enorme teatro en el que las actrices eran las niñas.
En Ninfa 1 y Ninfa 2 el cambio de calcetines les debió de parecer mágico porque a partir ese momento empezaron a rozarse inseparablemente y se convirtieron en dos felices siamesas.
Digo que puede ser peligroso porque no ves la realidad como es y además te vuelves incapaz de hacer cualquier cosa, quitarte la camiseta era una odisea, ir al baño era cruzar el mundo, por eso eran tan importantes las sacerdotisas, a las que por cierto les rodeaba un aura de luz. Yo comentaba todo lo que sucedía con ellas, porque cuando hablaba les hablaba era como si volviera a la consciencia y cuando no lo hacía caía en un estado de meditación transcendental con pensamientos tan raros que no puedo transcribirlos aquí pero que no me hacían muy feliz. Era lo más parecido a soñar despierto, la misma sensación absurda de los sueños.
Mientras yo pensaba esas cosas Bloody se convertía en una niña de 4 años incapaz de cerrar la boca, Pinky caía en una depresión para posteriormente ponerse a unas gafas de sol y creerse Lenny Kravitz, Sofia creaba su mundo de juegos y las dos ninfas seguían en su mundo de nubes y caramelos preguntándose si era posible estar mejor.

Después de unos bailes de las niñas al son de la música que pinchaban las sacerdotisas mientras yo miraba desde la cama, un cuarteto de los años sesenta vino a rescatarme con todos sus éxitos para convertirme en un quinto Beatle. Y fuí feliz.

Me quedo con 4 cosas por este orden: la imagen de las dos ninfas, los pensamientos abstractos y oscuros, ver a Sofia y Pinky arreglando el submarino amarillo debajo de una manta y la maravillosa sensación de ser el quinto Beatle.
Larguísimo post, pero tenía que contarlo.

Chen