¿Seguro?

Lo hizo, después de mucho pensarlo se había decidido, y lo hizo [10º].

Pensaba que hacía por lo menos un año que todo iba mal, para empezar le habían echado del trabajo [9º]. Sus hijos le menospreciaban y prácticamente era ignorado en su casa, había empezado con pequeños detalles, pero últimamente podían estar sin dirigirse una sola palabra durante varios días y no parecía importarles [8º]. Sus amigos hacían sus vidas y, aunque no habían perdido el contacto del todo, no eran de ninguna ayuda en esta situación [7º].

Tema aparte era su mujer, habían pasado dos semanas desde que se fue de casa [6º]. El último trimestre había sido un infierno para los dos, una discusión tras otra, y lo peor es que sabía que era culpa suya por su infinito decaimiento [5º].

Pero aún podía tener arreglo, pensó en un instante de optimismo [4º], el nuevo trabajo no estaba del todo mal, y sus hijos eran buenos chicos, podría volver a ganárselos como cuando eran pequeños [3º]. Debería haber llamado a su mujer y tratar de empezar de nuevo, ser detallista, hablar con ella de todo y volver a pasarlo bien juntos [2º]. Su sonrisa era algo espectacular y tenía los mejores ojos que había visto en su vida, podía perderse en ellos durante horas [1º].

Sí, todo podría tener arreglo.

En ese momento se arrepintió de haberlo hecho; pero ya era tarde, había sido un salto de diez pisos, el impacto contra el suelo fue brutal [0º]. Y todo se oscureció de repente.


Toñero.