El Gremio de las Panaderas

El tiempo pasa despacio en las panaderías. Pero no para mí ni para tí, sino para la panadera que te atiende.Y para su amiga sin mucho que hacer, a la que podríamos llamar pupila, que le acompaña durante toda la mañana y tarde a su verita, detrás del mostrador y que te mira con toda la cara de un ñu porque estás interrumpiendo su conversación.
En ese espacio de tiempo que pasas en cola (si la hora es cercana al mediodía la panadería parecerá la puerta del Andén) te da tiempo a observarlas en detalle. Si vas y la panadería está sola también, porque el tiempo que tardan en meter dos barras de pan en una bolsa más el dulce que mientras pedías se te ha apetecido porque parecía decir tu nombre tardan en servírtelo proporcionalmente al tiempo que tarden que lesquede ara salir, sobretodo si es sábado, porque esa noche salen al Kiu, y su cuerpo se reblandece sólo de pensarlo.
Bueno decía que mientras estás en cola intentando que una señora mayor no se te cuele con el viejo truco de intentar mirar el precio de las botellas de agua que están en el suelo empiezas a mirar las fotos que tienen colgadas en la pared. Generalmente son los ídolos del momento. Pero los ídolos cutres: hace 5 años llegué a ver colgados peligrosamente juntos a un San Pancracio y un Manu Tenorio, en otra había una foto de Sergio Dalma con la susodicha (me hace gracia llamar así a una panadera:susodicha), hoy he visto una foto de los tres protagonistas de Pasión de Gavilanes, pero la mejor sin duda fué cuando vi colgada la foto de Dj Kun.
Son el centro de toda la información rosística de las tres calles circundantes a la panadería, para la cual son ayudadas por su amiga perenne. En el caso de la panadería de mi calle es más triste porque esa amiga es una cuarentona, que aparenta más de cincuenta, con unas gafas enormes de post-guerra, de esas que también incorporan una cuerda para que no se te caigan y que siempre lleva un chandal rosa.Ya que es un florero y que molesta por lo menos podría estar buena.
Es un gremio con pocas bajas laborales (que no sean por embarazo, su índice de natalidad supera a la de Angola e incluso a la de las cajeras del Mercadona) pero no entiendo por qué si su culo aumenta en una proporción aritmética imparable que hace que el espacio entre el mostrador y las barras de pan se reduzca al mínimo. Y el caso es que nunca he visto a ninguna comiendose su mercancía. Debe ser que tienen algún método tipo trileros que hace que sus mordiscos a los bollos sean invisibles a nuestra vista.
Pero lo más fascinante de todo es su altísima promiscuidad, que les hace tener líos con todos los tenderos y repartidores que están en su órbita panaderil. Será que el olor a pan las pone jamegosas.

Esto va dedicado a la panadera que hoy me ha vendido una bandeja de bollos de una dureza considerable.

Chen